El cajón caótico


Observaba ensimismada las volutas de humo del café.

La noche había sido todo un festival; todavía le pitaban los oídos y una melodía en bucle la mantenía despierta.

Amanecía y se le hizo extraño ver a la gente ojeando el diario ó yendo a trabajar.

Su cabeza era un cajón caótico donde todo estaba revuelto:

Flirteos, preocupaciones que empezaban a florecer, conversaciones a medias, exámenes próximos... Incluso algún fotograma erótico festivo.

Una niña la miraba de pie, entre su mesa y la barra del bar, mientras sujetaba una pelota.

Le devolvió la mirada pero se avergonzó, y comenzó el bajón.

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