Sísifo y las vistas


A punto de alcanzar la cima por enésima vez, el condenado se aplicó en dar los últimos empujones a la roca, su sayón para toda la eternidad.

Presa del albricio por verse de nuevo libre, Sísifo se deleitó disfrutando de las vistas que le brindaban las alturas. Era allí donde purgaba su ostracismo, ganado a base de columpiarse en la paciencia de los dioses.

Mientras la piedra rodaba montaña abajo, hasta el punto donde habría de ser empujada una vez mas, el dueño de su propio Mito guardó para sí la hermosa vista del valle y el espíritu que allí moraba.

Inspiró, sonriendo, consciente de que la ley de los sabios, al aceptar la voluntad del cielo, suponía para el la dicha de quien progresa en el conocimiento a través de la longevidad.

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